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Orelvis Lago
Orelvis Lago

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MIPYMES a la carta: capitalismo de amiguetes con sello estatal

Las micro, pequeñas y medianas empresas en Cuba no nacieron para dinamizar la economía, sino para servir como válvula de control y privilegio. Su diseño, lejos de abrir un mercado, consagra un modelo de capitalismo de amiguetes con marca estatal.


No es accidente; es diseño

Las MIPYMES cubanas, presentadas por el gobierno desde 2021 como una apertura al emprendimiento, son en realidad un mecanismo de selección. No todas tienen acceso al mismo terreno: mientras unas son toleradas, otras son privilegiadas, y muchas ni siquiera llegan a existir.

El patrón recuerda al “joint venture” de los noventa, cuando el Estado ofrecía una apariencia de apertura pero retenía todo el control. Entonces, los empresarios extranjeros descubrieron que “el joint venture en la Isla no funciona porque el Estado no comparte riesgos y quiere controlarlo todo”.

Hoy, con las MIPYMES, el guion se repite. El diseño asegura que el control permanezca en manos del Partido y sus aliados. El mercado formal solo funciona si media el Estado; las reglas de juego se aplican con arbitrariedad, y los beneficios caen en un círculo reducido.


Los hechos

En 2025, las MIPYMES son parte central de la economía real: importan desde alimentos básicos hasta insumos médicos, fijan precios de referencia en divisas y marcan la vida cotidiana.

El mercado informal de divisas se mueve al compás de sus operaciones. “El euro se usa como referencia por mipymes que importan desde Europa”, lo que eleva el costo de vida de quienes solo tienen ingresos en pesos. La MLC, necesaria para acceder a bienes básicos, se disparó a 205 CUP en septiembre de 2025.

En paralelo, las autorizaciones oficiales para empresas extranjeras reproducen el viejo esquema: “ninguna de estas firmas podrá importar, exportar, distribuir ni vender directamente en el mercado cubano”. Su función es intermediar, dejando los márgenes de poder y ganancia en manos estatales.


El relato oficial vs. la realidad

El discurso gubernamental vende las MIPYMES como símbolo de apertura. La propaganda insiste en la “diversificación del tejido productivo” y en la oportunidad para jóvenes emprendedores.

Pero la realidad contradice ese relato. Los ejemplos abundan:

  • Empresarios españoles en La Habana reconocen que acumulan “facturas impagadas por más de un millón de euros”.
  • Las nuevas compañías extranjeras autorizadas solo pueden “canalizar contratos” y “gestionar postventa”, sin tocar el núcleo del mercado.
  • La población sigue relegada: precios elevados, acceso restringido y un sistema de privilegios que favorece a los bien conectados.

El contraste es nítido: mientras el relato habla de oportunidades, la práctica confirma la lógica de control absoluto.


El costo humano

Cada ajuste en la moneda informal golpea el bolsillo de los cubanos. Cuando el euro sube a 475 CUP, no se trata de especulación abstracta, sino de la leche en polvo que una madre ya no puede pagar, del café que desaparece de la mesa, de un medicamento que se vuelve inaccesible.

La paradoja es brutal: las MIPYMES funcionan como “importadoras de última instancia”, pero al hacerlo refuerzan la desigualdad. Quien tiene acceso a divisas puede comprar; quien depende del salario estatal queda atrapado.

En ese esquema, la escasez no desaparece: se redistribuye hacia abajo.


La economía del problema

El Estado controla la llave del mercado. Ninguna empresa —extranjera o local— puede importar directamente sin pasar por sus ventanillas. Eso garantiza ingresos, pero también perpetúa la ineficiencia.

El testimonio de un empresario español lo resume con ironía: “me vendieron el mercado cautivo y el cautivo fui yo”.

Las MIPYMES no son, pues, un motor de desarrollo, sino engranajes de un sistema diseñado para:

  1. Captar divisas frescas.
  2. Reforzar redes de lealtad política.
  3. Administrar la escasez como herramienta de control social.

Casos-símbolo

El Consorcio Mercantil de Huesca y Skedio Investment (España), Intradesa y MCD Air Inc. (Panamá) o Sidco International (España) fueron autorizados en 2025 a operar en Cuba.

La prensa oficial anunció con entusiasmo que representarían “productos tan escasos como carne, medicinas, café, combustibles o automóviles”. Pero al mismo tiempo, dejó claro que ninguna podría importar o vender directamente.

El resultado ya es previsible: precios inflados, acceso restringido y ciudadanos convertidos en espectadores.

Este modelo, que el gobierno llama apertura, es en realidad un capitalismo de amiguetes con disfraz socialista.


Conclusión

Las MIPYMES en Cuba no son el fruto de la iniciativa ciudadana, sino la consecuencia de un diseño político. Nacieron para servir al control estatal, canalizar divisas y reforzar redes de privilegio.

El espejismo de apertura solo oculta un patrón viejo: promesas recicladas, mercados cautivos, desigualdad creciente y una población cada vez más dependiente de intermediarios seleccionados desde arriba.

El capitalismo de amiguetes con sello estatal no es un accidente: es el modelo.

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